Él es diferente a mí
porque tiene la piel de otro color,
pero nuestros corazones, igualito a dos tambores
laten juntos al compás de una canción.
Ella es diferente a mí,
pues su idioma no es el mismo que hablo yo.
Pero sobran las palabras si se entienden las miradas
y jugamos al mismo juego los dos.
Todos juntos, de la mano
un gran círculo podríamos formar
para dar la vuelta al mundo sin prejuicios
y aprender que ser distinto no está mal.
Él es igualito a mí:
cuida las flores de su jardín.
No se burla de un amigo,
tiene un gato con abrigo
y comparte siempre su chocolatín.
Ella es igualita a mí
porque cada noche, antes de dormir
le da un beso a su abuelita
aunque no esté cerquita,
y su risa hace a todos muy feliz.
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